Ahora
que ha pasado una década desde que la más diabólica de las fatalidades se ensañara con Leonarda, cada atardecer
pasea por la playa. Hoy se ha detenido; cae una fina lluvia y apenas sostiene
el paraguas mientras contempla el horizonte de un mar embravecido que anuncia
tormenta. Tiene la cabeza invadida de pegajosas imágenes que se escurren
exprimiendo el sufrimiento. El mar, su mejor amigo, la traicionó, pero ella repite el
soliloquio de preguntas y explicaciones para hacerle comprender su inocencia
por los actos de su bisabuelo.
Lleva una semana sin tomar medicación y el alma se le desangra. Chilla, se desgañita extraviando gritos entre truenos, y sin importarle que una ráfaga de viento arrastre el paraguas por encima de las olas. No puede escapar de la evidencia, pero antes de que el corazón le reviente en todas direcciones, tensa la musculatura, aprieta los puños y su cara se vuelve un cuchillo de afilada hoja, que lentamente hunde en el enemigo.
Lleva una semana sin tomar medicación y el alma se le desangra. Chilla, se desgañita extraviando gritos entre truenos, y sin importarle que una ráfaga de viento arrastre el paraguas por encima de las olas. No puede escapar de la evidencia, pero antes de que el corazón le reviente en todas direcciones, tensa la musculatura, aprieta los puños y su cara se vuelve un cuchillo de afilada hoja, que lentamente hunde en el enemigo.
El calvario comenzó al
heredar la casona. El único objeto que continuó siendo parte de la nueva
decoración fue la marina pintada por el bisabuelo. Una ola detenida en la
plenitud de su vida cuando, antes de envolverse para
elaborar el ataúd de su propia muerte, mostraba el níveo esplendor de su
mortaja. Durante más de un siglo fue testigo mudo de alegrías, disputas,
infidelidades, secretos y entresijos de la familia.
Una mañana, Leonarda
encontró la nota que su hijo pegaba en el marco del cuadro. “Mamá son las 5,30, me piro a coger olas.
Volveré a media mañana para irnos al dentista. “¡A
este paso nunca terminará la carrera!” exclamó contrariada. No regresó en el
tiempo convenido, tampoco para almorzar. Al borde de la media noche, familia,
conocidos y amigos lo buscaban a la vez que el galope de sus pulsaciones le
hacía pensar que el corazón crujiría en cualquier momento.
Despuntando el alba estimó
la conveniencia de acudir a la policía. Contrariada, aceptó la sugerencia
del comisario para esperar en su casa cualquier novedad. Antes de abrir la
puerta notó que un intenso olor a marea baja embriagaba el ambiente. Incrédula
frunció el entrecejo, miró alrededor, hizo unas inspiraciones y accedió al
vestíbulo donde le esperaba un charco de agua oleosa con pigmentos de pintura.
Solo la conmoción del horror contuvo el llanto. Repitió la historia hasta la
saciedad sin acertar a ser creída. Quisieron prohibirle aquella visión,
quisieron doblegarle la voluntad para desterrar de su mente el tenebroso suceso.
Solo consiguieron que se cobijara en el más absoluto mutismo. Desde entonces, un tácito pacto de
silencio se apodera de los vecinos cuando, cada 2 de abril, una espesa
fragancia marina invade la localidad.
Pilar Cárdenes R Fotografiá: Tato Gonçalvez
Mi agradecimiento a Tato Gonçalvez por su amabilidad en cederme una de sus fotografías para esta entrada. Una imagen tal y como yo la imaginaba.
ResponderEliminar¡Buf! no sabes como se me ha quedado de encogido el corazón. Cerca de casa tenemos una playa donde acuden chicos a coger olas y estos días atrás el mar estaba enfurecido con el resto y ellos ahí desafiando y yo pensando ¡que atrevida y desafiante es la juventud! no saben que el mar si quisiera, se los comería a bocados... en fin que tu entrada ha sido un relato exquisito para mi simple pensamiento.
ResponderEliminarNo me gustan las marinas pintadas pero sí en fotografía y esta es muy motivadora y desafiante.
Besos de agua de mar.
El caso, Gloria, es que cuanto más embravecido está, más les gusta...Imagino que las dosis de adrenalina cuando las bailan o entran en el tubo son para perder el hipo y no hay manera de que por más sustos que se lleven, algunas veces, abandonen ese deporte. Hubo una época que me gustaban mucho las marina en óleo y muy poco en acuarela..ahora, como tú prefiero la fotografía. Besotes acuáticos ;)
EliminarExcelente relato. "La mar" esa amante de dulces meceres y que nunca se entrega... Abre su útero verde y te abandona en él para siempre.
ResponderEliminarMuchas gracias Aurora. Gracias por dejar tus hermosas palabras de poeta. Saludos
EliminarFuerte Pilar. Me gusta y me encanta el mar, y lo de coger olas..¿qué te voy a decir? Los jóvenes...y las mamás. Precioso relato y maravillosa fotografía. Besos
ResponderEliminarUy, si te contara :) pero bueno, eso es harina de otro costa. Me alegra que te gustara y en cuánto a la fotografía que quería yo no hubiera podido hacerla en la vida. Besos, mi niña
EliminarMUY INTRIGANTE TU RELATO. EXCELENTE. ME TRAMA.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Me complace te gustara Reith. Un abrazo.
EliminarUna historia llena de dolor y perfectamente relatada,Pilar. En cuanto a la fotografía, describe de manera clarísima la situación dramática que vive el personaje ( la madre) por la pérdida de su hijo.
ResponderEliminarUn abrazo
Fina
Gracias, Fina por hacerme caer en el detalle de la fotografía. Un abrazo :)
EliminarUna triste historia, delicadamente contada y con un vocabulario exquisito. Leonarda representa a todas las madres que han sufrido la pérdida de un hijo. No siempre se supera el duelo, las secuelas son para siempre. Se reconforta acudiendo todos los días, a ver si el mar la devuelve lo que es suyo. Desahoga en momentos de lucidez su pesar (las pastillas la hacen vivir en una nube). Hay miradas que matan y ella quisó matar a la ola que se llevó lo que más quería. La búsqueda de culpables, de explicaciones para intentar saber justificar (La ola, la casona heredada). Ese silencio cada año por esas fechas... Me ha encantado la descripción de esa ola desde su plenitud hasta su muerte. Un abrazo
ResponderEliminarTienes toda la razón Lumi. Un abrazo
ResponderEliminarCuánto sabor y tantas imágenes que da el mar... a veces triste, otras alegre, pero siempre profundo, como tu relato, Pilar.
ResponderEliminarun abrazo
Así es Luís, nos regala todo tipo de posibilidades para sentirnos identificados o simplemente contemplarlos. Un abrazo.
EliminarSe me ha quedado un nudo en la garganta, muchos recuerdos acuden a mi memoria, en épocas de estudiante universitaria y los "Caza Olas" sin embargo, quisiera seguir leyendo.
ResponderEliminarSaludos
Rossana
Rossana, espero que hayan sido gratos recuerdos a pesar del nudo :). Saludos
EliminarUn escalofrío me recorrió todo el cuerpo, me gusta cuando un texto consigue eso...
ResponderEliminarMuy bueno Pilar, me gustan mucho los textos inquietantes a mí.
Un beso
Y yo yo me siento halagada de conseguir tocar algo en quien me leo. Ya sea bueno o como ahora a ti, no tanto. Un beso.
EliminarHola Pilar:
ResponderEliminarTan profundo como ese mar que dibuja esa ola. Impecable narración,casi me moja y aún puedo sentir el olor a salitre.
Muy bueno Pilar y como siempre un placer leerte.
Un abrazo.
Moon.
Hola Moon, mientras escribía, la olí, la sentí..somos viejas conocidas y sé que cuando menos lo espere llega la traición. Gracias por tu generoso comentario. Un abrazo para ti también.
EliminarTe juro que se me ha puesto la piel de gallina, los pelos como escarpias, o me he sentido erizo,como gustes.
ResponderEliminarPero créeme si te digo que me ha fascinado y horrorizado en la misma proporción este tenebroso y marítimo relato tuyo.
Magistral de veras.
Besos.
Muy agradecida por tu comentario, Marinel. Cuando escribimos nunca sabemos, al menos yo, si llego a transmitir lo que quiero expresar y me alegra mucho si lo consigo. Besos.
Eliminaruna historia sorprendente, tenebrosa, pero muy bien contada comos vos sabes hacerlo
ResponderEliminares un placer estar por acá
Carlos
Carlos, me complace que te haya gustado. Saludos
EliminarMe he quedado sin palabras, eres una auténtica tejedora de historias, sublime, sin más.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Pilar.
Qué amable, Aurora...la que se queda sin palabras soy yo con tu generosidad. Un abrazo grande!
EliminarQuerida Pilar, la intensidad de tu relato es extraordinaria. No se puede ser más explícita en tan poco espacio escrito. Dices tanto…, cuentas tanto con tu ágil prosa que se debe leer el texto varias veces y, en cada una de ellas, encuentras novedades que poseen en una sola palabra un sentido nuevo, una interpretación novedosa, una metáfora propia de quien pareciese haber vivido esta narración, esta relato que crea una leyenda tan inquietante como la desesperación de la madre y el silencio de los vecinos. Una imaginación portentosa para una prosa tan espléndida como segura y motivadora. Mi más sincera felicitación.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Pilar.
Antonio, me sacas los colores de que manera :) pero te cuento que la imaginación no es portentosa, sucede que se escapa, va por libre y bueno..., supongo que más o menos a todo el mundo le ocurre. Siempre me haces unos comentarios tan halagadores y sosegados que me desmontan y no sé ni como darte las gracias...Un abrazo grande, Antonio.
EliminarExcelente.
ResponderEliminarMe ha atrapado de principio a fin.
Besos.
Cuánto me alegra leerlo viniendo de quien tanto admiro por la capacidad de síntesis. Besos
EliminarEste relato me ha gustado especialmente Pilar. Esta cargado de sensaciones, ambiente y olores. Magistralmente redactado, como siempre y muy evocador. Su mejor amigo, el mar, se convierte en su peor enemigo. Realidad de la vida misma. Felicidades
ResponderEliminarEva, como costera, sabes que el mar es imprevisible. Se revira cuando menos lo esperamos. Me complace que te haya gustado y mucho más que estés de vuelta por el pequeño gran mundo bloguero
EliminarUn gran escrito amiga que buen relato hay para todas las emociones muy entretenido.
ResponderEliminarUn gran abrazo feliz fin de semana gracias por tu agradable visita.
Me complace que pasaras unos minutos entretenida con mi relato. Un abrazo y feliz semana para ti también
EliminarLleno de sugerencias, gracias, un abrazo
ResponderEliminarBienvenido Ricardo y gracias por comentar. Un abrazo
EliminarDicen que nadie le gana a la tierra, cuando una calamidad natural sucede es muy dificil de controlar los resultados, hermoso texto, llega al corazon e invita a la solidaridad con aquellos que si vivieron esto...en la vida real.
ResponderEliminarsaludos,
Imposible luchar contra los elementos, ni siendo la Armada Invencible como dijo Felipe II. Por otra parte, Patricia, has puesto el dedo en la llaga al rememorar a todas esas personas que el mar les arrebató a quienes amaban. Saludos
EliminarDibujas el relato en un oportuno claroscuro que viene y va arrastrando cualquier objeto de la orilla. De principio a fin atrapas al lector sin posibilidad de escape.
ResponderEliminarExtraordinario, Pilar.
Un abrazo.
Pedro, me ha gustado la apreciación de claroscuro para aplicarla al comportamiento del mar. Muy agradecida por tu comentario. Un abrazo
EliminarUna película de suspense y mistério.
ResponderEliminarImpresivo el final.... un verdadero cuento de Hitchcok!
:) Hola Integral ¡ya quisiera yo tener el 0,5% de Hitchcok
EliminarHitchcock!
ResponderEliminarQuerida Pilar: ¡¡¡Magnífico de principio a fin!!!!
ResponderEliminarEl mar que tanto da, y en este caso que tanto ha robado.
"Justo el momento en que antes de envolverse para elaborar el ataúd de su propia muerte mostraba el níveo esplendor de su mortaja".
Logras unas imágenes tremendas que a mí me han econgido el corazón. Me encanta leerte.
Un abrazo enorme!!!
Malena, tantas veces lo hemos vivido por estos lares pero, parafraseándome en el tuyo...,
Eliminar"Justo el momento en que antes de envolverse para elaborar el ataúd de su propia muerte mostraba el níveo esplendor de su mortaja"
Quizás fuera una razón de peso. Me alegra que te gustara.
Un abrazo grande.
Me ha encantado, como siempre, este relato lleno de intriga y sorpresa constante.
ResponderEliminarYa estoy, de nuevo, en Poesíayvivencias...¡¡¡Gracias por estar siempre ahí y por tus muestras de cariño e implicación!!!...Eres un Encanto.
Abrazos y besos.
Pedro, pues me alegro mucho de que te gustara y de que te hayas incorporado al mundillo otra vez. Encanto tiene Ud en sus palabras, caballero! :) Un abrazo
EliminarEstupendo relato, que atrapa de principio a fin.
ResponderEliminarEl mar, que da vidas y tantas otras arrebata..
Gracias por tu visita.
Un abrazo.
Pilar
Bienvenida, Ojos de la Niebla. Agradezco tus palabras y ya nos seguimos leyendo. Un abrazo.
EliminarImpresionante relato. Enhorabuena
ResponderEliminarun abrazo
fus
Tristísimo relato este del mar que se lo traga todo cuando de enfurece con toda su fuerza, porque al igual que puede ser precioso, en
ResponderEliminarocasiones es cruel y mortal y hay que tenerle mucho respeto.
Muy bien contado, hasta el punto de extremecer.
Besicos.
Diría surreal, como para Dalí: la ola marina de una pintura, saliéndose de su cuadro, como en una película de Woody Allen o de Kurosawa.
ResponderEliminarUn abrazo. Carlos
¡Te he visto! en la esquina de los que me siguen en mi blog, ¡sorpresa! alguien nuevo.
ResponderEliminarHe leído tu post, crudo, trágico pero muy real, son miles los que se lleva, y otros tantos los que deja rotos, mucho, mucho dolor, sobre todo cuando es gente joven, no quiere decir que los demás no duelan.
Su fuerza es inmedible, hay que visitarlo con gusto pero con mucho respeto, ¡en fin!, ahí estaba y estará, y seguirá llevándose, no como una cuota, sino porque siempre habrá alguien que se sienta fuerte, más que él.
Triste desde luego, pero está tan bien escrito que merece la pena que resbale una lagrima. Abrazos
ResponderEliminarUn relato para leer un par de veces, tiene misterio, como el mar. También la metáfora de lo pequeño que somos. Un texto bien escrito y descrito, como una pintura de palabras.
ResponderEliminarBesos amiga.
Qué triste historia, Pilar!!!
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un relato tan triste como hermoso y original. Enhorabuena. Besitos alados.
ResponderEliminarTus historias me atrapan como un imán, Pilar. Pero qué buena escritora eres niña!
ResponderEliminarAunque te diré que tengo un hijo que practica surf y no he podido evitar acordarme de él, :)
Un fuerte abrazo.
Hola, Pilar:
ResponderEliminarTiene el surrealismo mágico del Macondo de García Márquez y de las pinturas de Dalí.... Muy bueno.
Un abrazo.
Muy poético en esa prosa tan especial, con esas imagenes que calan el alma.Como siempre,un placer leerte!
ResponderEliminarSIN DUDAS ES UN RELATO TRISTE... PERO EN EXTREMO HERMOSO, MUY LLENO DE UN SURREALISMO FANTASTICO.
ResponderEliminarSALUDOS
CARLOS
YA LO HABIA LEIDO PERO TUVE QUE HACERLO OTRA VEZ.
EliminarSALUDOS
CARLOS
Te he leído dos veces, la primera detenidamente, la segunda como suelo hacer cuando lo que leo me impacta, apoyo los codos sobre el escritorio, me tomo la cara con mis dos manos, me acerco a la pantalla y recorro las letras una a una, lentamente, como para sentir lo que ha sentido el autor al momento de escribirlo y poderosamente también he logrado percibir ese olor a mar, pero esta vez llenando el espacio de frío y el sonido de una gran ola rompiendo en el arrecife, seco, crujiente...
ResponderEliminarQue te puedo decir que no dijeran antes los demás, solamente que logras de momento en mi, esa angustia de Leonarda como pacto eterno con el mar.
Dios, Pilar...
Abrazos miles y me alegra tanto leerte.
P.D: No sé por qué no actualizó tu blog???
Impresionante historia, llena de intriga, y un poco triste.Un ABRAZO
ResponderEliminarHola Pilar,
ResponderEliminares una gran historia, conmovedora, toca un tema que casi nadie se anima a tocar por lo angustioso y lo has hecho de manera magistral. El mar fascina pero tambien me impresiona, me provoca cierto temor su gran poder inmanejable..
Un abrazo grande.
Linda história. Gostei e vou ficar.
ResponderEliminarVivi
http://esquecimedeviver.blogspot.pt/
me atrapó de principio a fin uuffff profundo ehhh un saludo desde mi brillo del mar
ResponderEliminarTanatos y Eros nuevamente hacen de las suyas. La obsesión de ir y saborear los efectos del placer penetrar al mar en su íntima expresión... las olas. Inimaginable el perder el miedo y atreverse a desafiar al monstruo acuoso de melena blanca y no escuchar su plañir que lleva el viento.La muerte entre agua, como en el inicio de la vida en tu magnifico relato Pilar. Un placer agridulce ha sido mi lectura.
ResponderEliminarAdorei o que li...vou voltar e já deixo o meu lugar marcado!
ResponderEliminarBjs
Maria
HOLA PILAR,REALMENTE ME GUSTÓ DE GRAN MANERA TU SITIO,HE QUERIDO PONERME DE SEGUIDOR ,PERO NO HE PODIDO,IGUALMENTE TE VISITARÉ
ResponderEliminarUN SALUDO DESDE LA PATAGONIA
Gracias por tu amabilidad al dejarme tu sentir,vuelve cuando quieras,tienes las puertas abiertas y serás bien recibida ^_^
ResponderEliminarBesos y abrazos de buenas noches!!
Felicito el dominio que tienes para elaborar con los tiempos precisos un buen relato. Me gusta el mar, observarlo; pero me provoca pánico cuando intentan desafiarlo. Esos chicos que ingresan con sus tablas jugando con las olas, saben que existe la posibilidad de un no retorno, aún así insisten. Siempre me he preguntado qué lleva al hombre a desafiar el peligro.
ResponderEliminarBesos Pilar
Es que hay cuadros que son màs reales que el mismo mar.
ResponderEliminarSaludos
HOLA, SALUDOS.
ResponderEliminarUN ABRAZO
HOLA, MUCHISIMAS GRACIAS POR SEGUIR MI BLOG! BIENVENIDA!!!
ResponderEliminaraprovecho que tengo luz, va y viene...
un abrazo fraterno
lidia
Hola, Pilar.
ResponderEliminar¡qué fuerte e intrigante tu relato!
Me ha encantado, la verdad. Dices mucho sin decirlo todo y eso denota que eres una maestra narrado.
Te felicito y nos seguimos leyendo.
Pilar te doy la bienvenida como seguidora de mi blog, en él ya has visto que persigo bastantes dosis de materialismo, mucha vulgaridad y una admiración por la técnica consciente y sensible.
ResponderEliminarVeo que compartimos el gusto por las lecturas.
Salud
Francesc Cornadó
Una historia triste, pero muy bien narrada...me ha encantado el momento mágico en que el cuadro se vuelve real, y se desparrama...
ResponderEliminarun abrazo
Nunca es a destiempo... aunque pase mucho tiempo. Yo esperé 20 años y nunca recuperé lo perdido, pero pude perdonar. Porque las personas más desgraciadas, merecen conmiseración, "des" no tienen gracia, no tienen amor, no tienen la capacidad de dar, por eso arrebatan... Además enseñan a no volver a permitirlo a nadie más... Pero sí a no ser tan desdichadas como ellas y a confiar en otras personas, a pesar de la experiencia con ellas, principalmente a creer en nosotros mismos. Si no creemos en Dios, en nuestro yo interior.
ResponderEliminarPilar, tu relato está en perfecta comunión con esa ola petrificada que lo dice todo. La ola que después de erguirse y llegar a su máximo dominio, cae, arrastrando todo lo que está a su paso, puso fin a una vida joven…quizás celosa de su juventud. Una narración estupenda que nos hace sentir el dolor que vive una madre en tales circunstancias. Muy bello todo.
ResponderEliminarAbrazos y pases un feliz domingo.