VACACIONES EN EL BRONX

Soñó que estaba en Nueva York y preparó viaje tras contactar con su mejor amiga, que residía allí desde hacía varios años. Lejos quedó la idea "Ciudad de los rascacielos", cuando Raquel la condujo hasta el Bronx. Vivía en la casa con más solera del barrio, donde se hallaba uno de los primeros graffitis sobre el sueño americano. Tres plantas; ella solo podía estar en la primera. El honor de habitarla se debía a que su pareja era patriarca de toda la comunidad Latin kings. Veinte años mayor, sienes plateadas, modales exquisitos y una subyugadora mirada que no la dejó indiferente.

                    Después de cenar, Peter se excusó; debía atender un conflicto creado en la iniciación de un carioca para entrar en la banda portorriqueña. Llegó el chivatazo de que  el nuevo miembro era un infiltrado antivicio. Dos besos para ella y una ojeada desnudando a Raquel fue su despedida hasta verse más tarde en Darkdoor.

                     En el local fueron recibidas con todo tipo de atenciones. Los ademanes de las chicas eran sinuosos, mostrando el orgullo de pertenecer a uno de los machos que basaban su poder en la fuerza de unos cimientos en el aire. Movimientos  repetitivos, palabras huecas, música sorda, frases inconexas con  las que impresionar a no se sabe quien; pero alguien alabaría la ingeniosidad de una cita encontrada en Google. Eran como el espectro de una sociedad perfecta donde, aparentemente, todos se llevaban bien. Grupos o manadas dirigidos por tuertos en tierra de ciegos. Los chicos habían abandonado la vestimenta chandalera diurna por vaqueros de cuero marcando paquete, cadenas y botas. Desprovistos de camisas, lucían la piel tatuada con veinte mil sucesos sobre una musculatura perfecta.

                    Raquel le había explicado que las chicas de los jefes no podían ser complacidas físicamente. Solo les estaba permitido el sexo online con el hombre al que pertenecían. En su caso, Peter se iba a un PC en el piso superior y así llegaban a unos orgasmos espectaculares. Si el macho necesitaba contacto, elegía a otra hembra de cualquier banda. Esto lo recordó cuando escuchó cómo una chica preguntaba si alguien podía pasarle una vagina y otra contestó: “Lo siento, últimamente me falla el ordenador”

                    De su estupor la sacó una voz microfónica, entrecortada: “En unos minutos tomarem…tierra…John….Fi…Kennedy…Nue….York…temperatura exteri…..seis grad...bajo cero. Esperam... verles nuevamen….a bordo ¡Feliz Navidad!”

Pilar Cárdenes R.