Con su madre era capaz de vivir cualquier nimiedad como una experiencia asombrosa. Pero nunca pudo recordar a qué edad la había introducido en el placer de ampliar la vida con estallidos de irrealidad, sin perder de vista el límite de los mundos o fantasías. Conservaron la complicidad, incluso cuando estaban separadas por miles de kilómetros. Una época en que los números no se mostraban en el teléfono, pero ambas sabían a quién escucharían al descolgar.
Años más tarde, continuó escuchando a diario aquel timbre de voz alegre, jovial, cariñoso, pícaro... Y de repente se dio cuenta de que ese número ya no asomaría en su casa… Desde entonces, cuando la ausencia la visita, desnuda los pensamientos, enmudecen los colores y la sombra no extraña la luz hasta que el aroma a rosas invade una estancia concreta de su casa.
©Pilar Cárdenes
Qué bonito y qué triste a la vez. Me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Tracy.
EliminarSaludos
Abordan sentimientos encontrados en este relato tan dulce y sutil.
ResponderEliminarMe ha parecido muy ocurrente y hermosa esta frase: Una época en que los números no se mostraban en el teléfono, pero ambas sabían a quién escucharían al descolgar.
Precioso Pilar, me ha encantado.
Un abrazo y buena semana te deseo.
Parece que haya pasado una eternidad y, sin embargo, fue en 1999 cuando telefónica introdujo el identificador de llamadas...
EliminarMuchas gracias, Elda.
Un abrazo
Una vez màs ,empleas cualquier recuerdo(tfno,sin nùmero)para hacer algo entretenido y qte dejan una sonrisa en la cara.Gracias Pilar x escribir
ResponderEliminarBienvenid@
EliminarLas gracias te las doy yo por leerme.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarQuerida Pilar el poema que nos regalas es hermoso. Esa ausencia eterna que es parte de la vida y que a todos en algún momento lamentablemente llegará. Hoy en día disfruto a mis seres queridos porque quiero que el día en que ya no los tenga en carne y hueso sean los recuerdos imborrables los que me permitan superar ese dolor tan grande al perderlos. Te dejo un abrazo afectuoso.
ResponderEliminarHola, Lady Blue. Cierto, la muerte es parte de la vida y así hay que aceptarlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, aunque mi escrito esté muy alejado de lo que se entiende por poema.
Un abrazo y feliz semana.
Sí... la muerte es penas una otra vida... affuera de nuestro mundo.
ResponderEliminarQue nuestros muertos nos encuentren vivos nel otro mundo!!!
Qué bello tratamiento literario para desvelar una emoción y complicidad con quien más se ama, y esa sutil figura que da cuenta de su distanciamiento corporal: el teléfono donde ya no estaría su voz, ni su número. Un abrazo. Carlos
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