Laurela no silencia el pensamiento sobre
la realidad, más bien lo tiene distorsionado. Su mal radica en el narcisismo que
le invadió el ego desde su huérfano nacimiento. Obsesionada por el desamparo genealógico,
concentra toda la energía en expandir el halo de su importancia social, ¡la
ubicaron en la Alameda de Colón!, frente al Gabinete Literario, emblemático
edificio del casco antiguo de la ciudad.
Con los brazos alzados,
continúa luciendo su esbelto talle y sinuosas caderas. Durante la pubertad sospechó ser víctima de alguna maldición. Tenía claro la envidia despertada entre
quienes carecían de la notoriedad que ella poseía. La rodilla de su pierna
izquierda empezó a desarrollar unos dedos que se ramificaban en otros tantos. Abrumada
y temerosa de mostrar el defecto, caviló durante años sin dar con la solución.
Entretanto, los escondió bajo tierra. Jamás volvió a bajar la mirada.
No ha conocido varón. Sin embargo,
es notorio el incipiente abombamiento del vientre con un considerable ombligo que no para de agrandarse. Los jardineros olvidan podar las ramas que le
crecen en las axilas y permanece sujeta a la mofa de los ventanales del
Gabinete Literario.
El resto del edificio ignora su presencia. Sigue sin enterarse de que nada los
une, de que no es humana, ni tan siquiera hembra…, solo es uno de los tantos laureles
de Indias plantados por toda la ciudad; sombra para transeúntes, metrópoli de
hormigas, fortaleza contra cucarachas.
Pilar Cárdenes R.
¿No lo derribaron para construir una casita?, de no ser así, seguro que además, es un laurel solitario.
ResponderEliminarUn abrazo.
No creo que construyan ahí...Un abrazo
EliminarEs un texto precioso, Pilar. Me gusta cómo nos has descrito el árbol, casi como a una mujer.
ResponderEliminarDe principio a fin, una gozada.
Me gustaría a mí conocer uno de esos laureles.
Un beso.
Isabel, me complace las palabras que dedicas al texto. Son bellísimos estos laureles. Si alguna vez vienes por estos lares, estaré encantada de mostrarte este que se me hacía paso durante tantos años. Besos
EliminarOriginal relato humanizando el laurel, amiga Pilar. Pero, mira, si pudiese sentir, ese y todos los laureles podrían estar orgullosos de ser considerados SÍMBOLO DE VICTORIA Y TRIUNFO. Por cierto, nosotros tenemos uno algo enanito, porque no lo quisimos dejar crecer más en altura y sus hojas huelen de maravilla, además de ser tan útiles para condimentar guisos.
ResponderEliminarUn abrazo
Fina
Cierto, Fina, todo lo que dices del laurel que ha elevado a algunos a ser laureados y demás. El caso, es que el "laurel de indias", nada tiene que ver con le que mencionas. En realidad es un ficus que necesita climas tropicales y húmedos, puede ser venenoso, etc, etc...Bueno, Mister google te explicará mejor que yo :)
EliminarUn abrazo grande!
Muy buen relato. Me recordó esa poesía que comenzaba "Por que es áspera y fea, porque todas sus ramas son grises, yo le tengo piedad a la higera, en mi quinta hay..."
ResponderEliminarUn beso grande
Me alegra que te haya gustado, James. Bueno, el laurel de Indias es majestuoso, precioso y en vez de higos te puede dar un paseo para el hospital, dicen...pero bueno es que te haya recordado un poema que te gusta.
EliminarBesos
La personalización del árbol esta muy lograda y es que por algo son seres vivos de los cuales podemos disfrutar y debemos cuidar.
ResponderEliminarMe ha gustado la metrópolis de hormigas.
Besos de gofio.
Gloria, me complace mucho que haya sido de tu agrado.
EliminarBesos, mi niña
Un texto precioso...
ResponderEliminarUn saludo desde http://yoadoroviajar.blogspot.com
Trini
que preciosa personificación has hecho PILAR
ResponderEliminarFelicitaciones
además la foto es precisa
abrazos y feliz fin de semana
:D
Agradezco tu opinión, Elisa. Un abrazo grande para ti también.
EliminarMuy buena descripción, sentido que hermana al árbol con la humanidad.
ResponderEliminarSaludos y feliz fin de semana.
Agradecida de tu paso por aquí y tu comentario. Saludos, Beatriz
EliminarMe gusta tu texto y la descripción que haces de un ser vivo al que casi ignoran y no le dan la importancia que tiene. Tan siquiera se dan cuenta de que sus ramas entran por los ventanales y es tan bella a pesar del descuido sigue luciendo su belleza. Preciosa fotografía. Abrazos
ResponderEliminarOlga Margot, a mi me encantan estos enormes árboles que tenemos repartido por todos lados y buena sombrilla nos dan en verano, ¿verdad?. Me complace que te gustara mi relato.. Abrazos, mi niña.
EliminarQue bonito texto Pilar, te felicito. Un árbol, un ser vivo que merece ser homenajeado tan bien como lo haces tú, besitos.
ResponderEliminarLady Blue, agradezco tu comentario y me alegra que te gustara el testo. Besos
EliminarMuy buen texto! Prosa poética,con imagenes bellísimas! Gracias por dejar tu comentario en mi blog...yo, te seguiré leyendo!
ResponderEliminarHola Lunaroja, bienvenida. Aurora te había nominado y fuí a conocer tu espacio. Me gustó :). Gracias por la visita y seguimos en contacto!
EliminarBuen texto Pilar honrando y personificando ese Laurel que sin dudas con su ego bien alto, ya es parte de todos.
ResponderEliminarTe dejo un beso
Gracias Oswaldo, la verdad es que ese ego le hace perder el sentido de la realidad...No creo que se entere ¡me mataría! :) Un beso
EliminarQué bonito, Pilar!!!
ResponderEliminarToda una alabanza a ese árbol. Describes su porte de una forma muy elegante. Genial texto.
Un abrazo.
Gracias, Aurora!, me alegra mucho tu comentario! Un abrazo grande!
EliminarLa delicada y precisa descripción de esta virgen que ha nacido majestuosa, la han dejado desarrollarse coqueteando recatada, ha conocido los estragos del tiempo en su desarrollo y, a pesar de todo, sigue majestuosa en plena plaza para ayudar a otras vidas, bajo su propia protección, es tan hermosa como el propio árbol en el que se ha convertido. Además, siempre se ha exigido a sí misma un trabajo de una planta solemne y augusta.
ResponderEliminarComo siempre, Pilar, me sorprendes tan gratamente que de lo sencillo llegas a lo sublime.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
Antonio, quizás se exige tanto para cubrir todas las carencias y así llega al más absoluto patetismo...Muchísimas gracias por este detallado y exquisito comentario. Me complace que te resultara un texto llevadero. Un abrazo grande!
EliminarHola, Pilar:
ResponderEliminarLos arboles mueren de pie, este seguirá firme hasta el final, a pesar de la indiferencia humana.
Un abrazo.
Hola Rafael, me alegra lo que dices porque entonces Laurela, morirá como los valientes!...
EliminarUn abrazo!
Este Laurel de indias,de cerciorarse algún día de serlo,quedaría prendado de su belleza e importancia sin necesidad de creerse humana,que ni falta le hace,por cierto,teniendo en cuenta cómo somos en tantas ocasiones los humanos...
ResponderEliminarTú la has vestido de persona,la has dotado de una humanidad por encima de la media.
Me ha encantado.
Besos.
Qué razón llevas, Marinel, mejor que nunca sea humana...Es bellísima pero el narcisismo le hace perder los papeles.
EliminarGracias por detenerte y dedicar unas palabras.
Me laegra que te gustara. Besos
Laurela. Lindo nombre para una mujer, para un laurel de Indias que se siente mujer. Complejos, envidias, amores, desamores, burlas, autoestima, abandono, indiferencia... igual que si fuera humana.
ResponderEliminarNo me canso de decirlo, Pilar; te imagino dirigiendo tu mirada hacia cualquier cosa y bosquejando, sobre la marcha, lo que será un buen corto, como el de esta entrada.
Muchos besitos, amiga, y que tengas bonitos días.
Malena, después de tanto tiempo que llevo imaginando sus historias cuando la veo.
EliminarAl fin mi Laurela tiene un sitio que nunca hubiera imaginado ¡en el ciberespacio!...Ay de ella si se enteran los ventanales...¡Shttt! ¡la freirían con todo tipo de burlas!
Besitos, mi niña
Me dejé llevar totalmente al principio con el relato hacia una mujer, si hay algo que tienes tú, es una bondad colosal para enriquecer textos con calidad, y allí quedó enraizada frente al gabinete literario petrificada Laurela.
ResponderEliminarFijate querida Pi que a mi pareceer el ego de la belleza los demás lo aportan, el ego con motivo es insoportable pero es aun peor el ego cimentado en nada!!
Casi siempre ocurre con tus escritos que me pongo a filosofar un poco, despues de mucho tiempo regreso ya extrañaba visitar tu rincon, recuerda que estamos en contacto!!
Te mando muchos saludos y abrazos querida amiga 3,14...
Omar, a mi me dan penita las personas egocéntricas y a la vez me resultan de lo más atractivas para observar. Irradian patetismo. Capaces de matar un burro a pellizcones con tal de sobresalir.
ResponderEliminarQuerido OM, me alegra que hayas vuelto por mi rinconcito.
Un abrazo enorme PI ;)
La mujer-árbol, es una paradoja en cuanto a la carga semiótica que tiene el árbol como un símbolo masculino. El juego de la autora es llevar al lector de la mano de la sugestiva descripción de éste, como la descripción del cuerpo femenino.
ResponderEliminarLa narradora es una mujer, creativa, apasionada de su oficio y que se llama Pilar la que ha pasado tiempo pensando cómo despistar a sus lectores y lo logra brillantemente, atrapándonos desde el inicio de nuestra lectura a todos, los que leyendo, vamos develando lo que sucederá a Laurela. Exquisito Pilar, te dejo un abrazo muy alegre y un aplauso.
Leticia, siempre tan minuciosa en tus comentarios. Muchas gracias por tus palabras. Son un lujo para este humilde espacio. Un abrazo grande para ti.
EliminarPrecioso texto, me parecio conocerla, escucharla cantar perdida en su narcisismo sin si quiera mirar a los que pasan por su lado...
ResponderEliminarQuizas en el centro de ese arbol realmente nace un alma parecida al de algunos humanos, me dejaste impresionada como nos dejas volar con tus palabras, que imaginacion!!!
besos, feliz fin de semana!!
Hola Patricia, así imagino su personalidad. Me hace gracia cuando paso por delante y siempre hay algo nuevo en ella que, obviamente, el blog no admite porque me extendería demasiado.. Me complace que te gustara y, de corazón, agradezco tu comentario.
EliminarBesos y feliz semana.
Totalmente GENIAL, y muy bello!
ResponderEliminarTiene una soltura, que ya quisiera yo, para escribir!!!
Esa humanización que haces de Laurela, es perfecta de inicio a fin!!!
Mis respeto SEÑORA ESCRITORA!!!!
Besosssss y linda semana, que ya asoma
Ay Gizela, siempre tan bromista pero bueno, ¡esto es lo que hay!...
EliminarMe alegra te tomaras un tiempo para leer y además, comentar. Un lujazo para mi. Muchísimas gracias. Besos para ti también, POETA!!
Me encantó, será que siempre me fijo de los árboles, de como son, de como se van doblando , o buscando su vida, el sol y la tierra, expandiendo sus raíces y alzando su copa
ResponderEliminarPrecioso relato y genial foto
Un beso con sabor de domingo.
Sí Paloma, como seres vivos que son han de buscarse la manera de subsistir, así sea en un medio hostil. Muchísimas gracias. Beso con sabor a lunes con tremendo siroco.
EliminarLO observo mágico como metáfora de una realidad, donde se pierde cada día la calidad de lo humano...
ResponderEliminarUN abrazo. Carlos
En pos del tener al ser...así es también. Gracis Carlos. Un abrazo
EliminarPilar, de alguna manera al leer el cuento en mi imaginación había una mujer que fue laurel. Una ninfa algo presintuosa que pagó su ego al darse cuenta de que en realidad era un árbol. Podría leerlo así.
ResponderEliminarTe saludo Pilar, luego de mis largas vacaciones. Por acá ya ando visitando.
Eskimal, cuando hablamos o escribimos, las palabras dejan de ser nuestras y cada cuál interpretará como le llegue...Si lo que lees o te inspira mi relato es eso, no es lo que escribí pero está bien...
EliminarAgradezco tu comentario. Un saludo.
A mí me parece sumamente hermosa.
ResponderEliminarSaludos.
A mi también me lo parece...Cuando paso por delante, siempre me saca una sonrisa..
ResponderEliminarSaludos
Creo que tiene vida propia y desde el centro de su viente se escucha el canto de un hada, el hada de el laurel.
ResponderEliminarElla sabía la escucharías y contarías su historia para seguir enalteciendo su belleza, porque pocos pueden escuchar su mágica voz.
Hermoso, Pilar.
Abrazotes muchos y contenta de leerte
Alborada, hermoso es la interpretación que le has dado. Muchas gracias y un abrazo grande! :)
EliminarBella historia construida a un árbol. Felicidades.
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado, Malquerida. Muchas gracias.
EliminarDesde luego que el tronco es bien curioso y no me extraña que te haya inspirado un texto tan bonito en el que parece que hablas más de una persona, al final descubrimos que no es hembra, que de un árbol.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida Pilar.
Lo bueno de la imaginación, Ohma, es que no hay nada imposible. Muchas gracias. Abrozotes!
EliminarPensaba que hablabas de una mujer hasta que nombraste al jardinero. Un buen texto, genial tu forma de contarnos su misión en esta vida.
ResponderEliminarAgradezo mucho tu visita y el comentario.
Un abrazo muy grande,
Eva.
Eva, me complace que te haya gustado y también verte, de nuevo, por este espacio. Abrazos, preciosa.
EliminarEl gabinete literario nutre de ideas a la laurela y la anima a caminar.Buen relato.
ResponderEliminarGracias por acercarte al blog. Por supuesto me quedo.
Besos
Jaal, me sorprende tu interpretación y a la vez me gusta. Muchas gracias. Abrazos
EliminarLo que es bello también es verdadero decía Platón.
ResponderEliminarSuspendida en la nube de la imaginación humanizas un árbol dotándolo de una personalidad complicada y enfermiza que cautiva al lector.
¡Enhorabuena Pilar!
Un abrazo
Pedro, ¿y lo feo no lo sería también? Me alegra que te haya gustado este relato. Muchas gracias y un abrazo.
EliminarEste laurel de indias que tu maravillosamente describes (hermoso ejemplar se ve en la foto), no se mete con nadie, ofrece sombra, y cobijo para aves y no pide nada a cambio, excepto que le dejen en paz.
ResponderEliminarUn abrazo.
José, efectivamente, no pide nada, tampoco da nadad. Laurela es su propio mundo y le importa un bledo el resto. Muchas gracias y un abrazo.
EliminarPrecioso homenaje al árbol mujer en este caso, que vive y da sombra, que es testigo de los avatares de la gente, ahí quieta con sus caderas sinuosas sin pedir nada, y sin embargo permanece a través del tiempo sin quejarse. Me ha encantado.
ResponderEliminarBesicos.
¡Hola, Ana!, me complace que te haya gustado y verte por aquí. Besos
EliminarBella imagen acompaña tu lindo homenaje a este Laurel que le brindas en tu maravillosa prosa.
ResponderEliminarUn gustazo visitarte y disfrutar la lectura.
un abrazo.
Atlántida, bienvenida. me alegra que te haya gustado. Un abrazo.
ResponderEliminarUn bello relato Pilar. Magistral como siempre. Nadie podria describir un arbol como tu. Si es que estas hecha una magnifica artista de la prosa. Muchas felicidades. Un abrazo
ResponderEliminarMe alegra que te guste Eva. Sin duda, cada cuál describe las cosas como las ve o las siente y ninguna es mejor o peor que otra. Muchas gracias. Un abrazo grande!
ResponderEliminarUn gusto Pilar cuando la literatura asoma y se mezcla con lo cotidiano, sin pretensiones. Las letras dibujan lo que los sentimientos dictan, entonces es cuando aflora la prosa, la bella prosa.Estoy segura de que el Laurel lo sabe.
ResponderEliminarUn gusto leerte Pilar.
Un fuerte abrazo.
Moon.
Moon, el gusto es mío en que te hayas acercado y comentado. Estoy segura de que Laurela está feliz de encontrarse en el ciberespacio.
ResponderEliminarUn abrazo grande!
Muy original, no me atrevería a decir que no son sus sentimientos
ResponderEliminarAbrazo
Original.
ResponderEliminarMuy buena Pilar, gracias
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