En el aeropuerto, su alborozo apenas le dejaba centrarse en las palabras del agente. Indicaciones precisas entre las que le advertía de la Ley de Protección Ciudadana 1/92, para evitar que la infringiera... “Y, cuando aterrice en Barcelona, presente este recibo en el puesto de mando de la Guardia Civil, allí se lo entregarán”. Una perfecta sonrisa se dibujó en la cara del ejecutivo mientras agradecía y tomaba el papel que cuidadosamente metió en el bolsillo derecho del interior de su cazadora.
Había tomado el vuelo de las ocho de la mañana, aunque de las cuatro horas de estancia en Gran Canaria, solo dos las pasó con el chico que había respondido al anuncio en un foro de Internet especializado en armas blancas. A juzgar por su falta de negociación, la mano sudorosa e inquieta mirada, intuyó que en cuanto se despidieran iría directamente a un camello de confianza.
Durante el trayecto recapacitó sobre la falta de curiosidad por su linaje. Sabía de algún ancestro isleño y no descartaba la probabilidad de tener parientes en el archipiélago. Sin embargo, el pensamiento regresaba a la facilidad con que obtuvo el cuchillo canario de más de doscientos años. Mango con incrustaciones de plata apenas visibles por el uso, veinticuatro centímetros de hoja tan desgastada que el filo se ondulaba en la parte central. “¡Una pieza única!, a saber a quien perteneció” —masculló orgulloso.
Camino de su casa, en la zona alta de la Ciudad Condal, giró bruscamente en General Mitre para bajar por Muntaner hasta el Barrio Gótico. Allí vivía un octogenario con una desvencijada tienda; el mejor experto, según los coleccionistas. Redujo la velocidad cuando el semáforo de la confluencia con Diagonal se ponían en ámbar, pero también divisó a la chica rubia de aspecto desenfadado que siempre le sonreía. A veces, había pensado si sería una prostituta, pero no, no lo creía. Quizás sus horarios coincidían mientras ella esperaba a alguien. Vencido por una incontrolable curiosidad, apretó el botón y bajó hasta la mitad el elevalunas derecho, estiró el cuerpo en esa dirección mientras con la otra mano mantenía el volante
—¡Hola!, ¿esperas a alguien? —dijo aparentando una seguridad que no disponía en tan insólita situación.
—¡A ti! Siempre me fijo en tu coche, pero viéndote de cerca no sé cómo pude cometer un error tan imperdonable –le espetó Laura mientras metía la cabeza por la ventanilla.
Xavier disimuló la turbación del morbo que le produjo hablar con una prostituta, cosa que siempre repudió cuando supo de amigos que solicitaban sus servicios. Abrió la puerta y subió la ventanilla antes de que los 21º se vieran afectados por el calor y la humedad exterior. Colocó el paquete en el sillón de atrás, rectificó y pensó que estaría mejor camuflado en el suelo… De soslayo, miraba sus largas y bronceadas piernas que con los short mostraba en todo su esplendor. Al poner la marcha atrás en el aparcamiento aprovechó para rozarle el muslo. Introdujo su tesoro en una bolsa de Loewe y encaminaron sus pasos a la tienda del viejo. Un cartel “Mes de Julio, solo mañanas de 9:00 a 13:00”
Aprovecharon la zona para ir de tiendas. Xavier disfrutaba viéndola probarse ropa y pagando con la Platino, como si fuera el protagonista de cualquier peliculeja. Después de tomar unas copas por los bares del barrio le propuso ir a un hotel de gran lujo, aunque para que la situación fuera perfecta la llevó a comprar unas medias de rejilla.
Mientras Laura se hacía una relajante bañera, Xavier sacó el cuchillo y lo puso sobre el escritorio. Su fascinación crecía por momentos.
—¿Y eso? —Preguntó al salir del baño cepillándose la melena y con una pequeña toalla de lavabo anudada entre los pechos
—Hoy estuve en Canarias. Fui a por este regalito —respondió haciéndole un guiño. La empujó sobre la cama, se acercó a besarle tímidamente los labios, el cuello y se apartó. Revolvió entre los paquetes. Ella sonreía mientras veía cómo desenrollaba las medias. Una la cegó y la otra solo la dejaba emitir sonidos guturales. Laura fingía placer sintiendo la lengua recorriendo, ensalivando su empeine una y otra vez hasta llegar a los dedos. Inesperadamente, un agudo dolor y “¿más saliva?” pensó incrédula. Las sábanas se tiñeron de rojo mientras el meñique seguía formando parte de su cuerpo. Se arrancó la media de los ojos. Aterrorizada, corrió alcanzando la puerta y cayó al suelo ante dos atónitos clientes del hotel, pero eso no detuvo el placer de Xavier para acuchillarla por donde podía.
Cuando llegó la policía, en su cara se dibujaba la misma sonrisa anodina de su bisabuelo, ciento veinte años atrás, después del asesinato en la finca donde trabajaba de mayordomo. En su locura, rebosaba felicidad sintiendo danzar el recuerdo de los orquestados berridos de “LA SEÑORA”.
—¡Ven pacá, perra! —le había gritado, agarrándola de los pelos y tirándola al suelo hasta hacerla enmudecer cuando el hígado recibió la fría hoja de veinticuatro centímetros. Antes de abandonar la vida, “LA SEÑORA” pudo ver como se dirigía a la cuna de su hija y se sonreían mutuamente; el sonajero tintineó contra el suelo…Era experto en sacrificar cabritos.
¡Espeluznante! Había indicios, los había, un tanto velados, de que la cosa no terminaría con el consabido "Y vivieron felices...", pero debo confesar que el final me cogió un tanto por sorpresa.
ResponderEliminarDe terrible susto, genético, pero no por ello menos susto ni menos terrible.
Muy bien conseguido, Pilar.
Un abrazo.
Mafalda, así es, traté de ir dejando indicios y que no fuera un final sacado de la manga como por arte de magia...
EliminarMuchas gracias por tu comentario.
Un abrazo
Sobrecogedor relato!! Yo tampoco esperaba un final así. Es muy bueno Pilar.
ResponderEliminarUn beso
mj que alguien que alguien de tu talla, me haga este comentario, verdaderamente, me sonroja porque, apenas soy una aprendiz.
EliminarMuchas gracias
Un beso
Un relato magistral. La aterradora historia se repite 120 años despues con el mismo arma. Como el relato se ha entretejido para sorprender al final y dejarnos con la boca abierta. Felicidades Pilar, eres muy buena...
ResponderEliminar¡Vaya Eva!, ésto parece un chat. Estaba aqui mismito,:)
Eliminarjusto para poder agradecerte tan agradable comentario.
Un abrazo
Qué buena historia y qué tema el de la transferencia genética. Tomamos como normal heredar los parecidos físicos y hasta los de caracter, pero negamos si las "desviaciones" (por llamarlas de alguna manera) puedan a transmitirse.
ResponderEliminarUn beso grande
James, todos tenemos historias oscuras de algun ancestro pero, se echa tierra encima. Sin embargo, cuando se trata de alguna que sea motivo de orgullo, se aumenta cada vez que se transmite a las siguientes generaciones..
ResponderEliminarUn beso
Yo también te felicito por estas letras tan bien puestas e hiladas. La historia lo merece, te lo digo de corazón. Escribes realmente bien. Disculpa si no te he comentado antes.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias Ana y sobretodo no pidas disculpas. Cada cuál sabe de sus tiempos y se visitarán los blogs cuando se pueda o quiera.
EliminarUn abrazo enorme
Buen relato, Pilar, con un final sorprendente. No me canso de decirte que tienes mucha habilidad para trazar historias yendo de un lado hacia otro, y sin que, al menos yo, pierda la emoción. Te mando un abrazo caluroso de pleno agosto.
ResponderEliminarMalena, el abrazo caluroso...uffff!! ¿y si lo dejamos para febrero???...
EliminarMuchas gracias por leer las cosillas que escribo y encima alabarlas.
Vaaaale...un abrazo virtual que son más fresquitos...creo...
como dice Malena...!!!ay que ver como trazas historias Pilar!!! te tengo envidia..no solo por ser buena sino porque me supongo lo que disfrutas haciéndolo,,,,,y eso es todo para ti.Tienes suerte de tener la fabrica de dichas historias en tu propia cabeza....cerquita y fácil de sacarlas para hacernos un regalo a todos los que te leemos.carmina
Eliminarmuy buen final.
ResponderEliminarDisfrute tu relato.
saludos y un placer.
Muchas gracias. El placer ha sido mío por tu visita.
EliminarSaludos
Cielos! al leerte siento como si huebiera leido un libro de mas de cien paginas! es de sorprender que en escritos tan cortos des espacio a imaginar tantas cosas, me entretienen mucho tus historias, por cierto de muy buena manufactura, un escrito muy bien explicado pero con detalles exquisitos, eres muy minuciosa, he tratado de descifrar tus finales cuando voy en el climax pero tus astucias son enormes! este estilo me resulta muy atractivo! no me queda mas que felicitarte Pi! y decirte de corazon que tienes un gran don.
ResponderEliminarVaya Omar, no me sinto merecedora de tan elogioso comentario...Muchas gracias
EliminarBrutal como pones de manifiesto el riesgo que coren las prostitutas cuando suben al coche de cualquiera. Un relato lleno de entrecijos para un final inesperado que me atrapó desde el prinpio
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Genma!, es verdad lo que dices de las prostitutas de la calle...que penita...
Eliminargracias por pasarte por aquí
Un abrazoooo :)
Magnifico relato, Pilar. Atrapa desde el principio hasta el final.
ResponderEliminarY como todo se va enlazando como un curso macabramente natural.
Felicidades!
Besos.
Traté de que así fuera, me alegra haber podido transmitirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias
besos
Se me han puesto los pelos de punta.
ResponderEliminarcariños.
¡Es que soy muy mala! :-)
Eliminarcariños par ti también
Me has dejado encantada con tu fuerte relato tan espléndidamente desarrollado. ¡Felicidades, escritora! que bien lo haces.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sara, eres un amor. ¡que cosas dices, kiyaaa! :-))
EliminarMe alegra mucho que te gustara.
Un abrazo
MERCEDES RIDOCCI:
ResponderEliminar"UFFF! Menudo relato que nos has dejado, es magníficamente macabro y muy bien secuenciado, ameno en su lectura, intuyendo desde el principio que algo va a pasar sin por ello dejar de mantenernos la atención y la intriga.
Te felicito, amiga."
Un abrazo y gracias por estar ahí.
Querida Mercedes:
ResponderEliminarMe consta el trabajo que has tenido para poder dejarme esta preciosidad de comentario y no sabes cuanto te lo agradezco.
Es verdad que el tema de la verificación lo han puesto complicado. Me costó descubrir que el número del ladrillo también había que ponerlo y con un espacio. UFFF!
Un abrazo enorme ARTISTA!!
Gracias por tus palabras y gracias por poner mi comentario en tu blog.
EliminarNo me ha costado trabajo el comentario, he intentado expresar lo que siento al leerte.
Un beso.
Pila, veo que has actualizado con una entrada nueva, pero no se puede entrar en ella, o al menos yo no puedo, salen un montón de palabrejas extrañas... ¿Sabes si le ha ocurrido a más gente? Espero que se solucione.
ResponderEliminarBesote.
Hola Mafalda. No, mi niña, estos estropicios solo me ocurren a mi jajajja. Veras, quise darle un formato cuadradito a la entrada de UN ROTO PARA UN DESCOSIDO, aquella de Ruperta y Fulgencio que me había quedado fea. El caso es que se duplicó y tuve que quitarla de inmediato pero se actualizó hasta en mi DNI.. ayyyy!!!
ResponderEliminarGracias por el detalle.
Besos
De principio a fin atrapa, me sentí como un escalofrío mientras avanzaba en su lectura y el cierre, tremendo.
ResponderEliminarGracias Pilar
Abrazos
Mayra, gracias a ti por leerlo y dejar un comentario tan agradable.
EliminarUn abrazo!
Perooooo no tiene continuación? esto es carne de novela negraaaa y con sabor canario. Buenísimoo, Felicidades.
ResponderEliminarBueno Gloria,,,con saborcillo a papas con mojo...o a gofio con miel ¿por qué no? :;)
EliminarBienvenida y muchas gracias
Hola Pilar.
ResponderEliminarBuen relato. Has manejado con gran destreza los tiempos, no hay pausa y eso hace que el lector se enganche. El final muy bueno, !vaya! que me ha gustado leerte. Felicidades.
Un abrazo.
Moon.
Muchas gracias Moon. Nos seguimos viendo :)
EliminarSalduos
Truculento relato, Pilar. Pero no por ello deja de atesorar una impecable factura. Creo que posee todos los elementos narrativos para crear tensión y explotar con un final tan inesperado como envolvente.
ResponderEliminarLa facilidad para que el lector sepa cuándo se encuentra y las elipsis temporales, están muy bien estructuradas.
Es un relato excelente, Pilat,
Un abrazo, amiga Pilar.
Vaya Antonio, muchas gracias por este desmenuzado comentario.
EliminarUn abrazo
Excelente relato...desde el inicio y con un final, inesperado que le añade mucha riqueza
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, felicitaciones
Gracias mil, por tu visita a mi espacio, y la oportunidad, de haberte podido leer!
Un abrazo y lindo finde!
Gracias Gizela por el comentario y por acercarte hasta aquí. :)
EliminarUn abrazo
Dejas al margen el juego intelectual sin que decrezca el interés del lector en la intriga continuada. Bordeas el misterio sin exagerar lo inexplicable convirtiéndolo en un relato de primera clase.
ResponderEliminarFelicidades Pilar!
Vaya Pedro, me sonrojas pero de verdad, te agradezco de corazón el comentario.
EliminarSaludos
Qué buen texto de narrativa negra.Basta un puñal de colección, y una genética homicida, para construir tan buen relato. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola Carlos, muchas gracias. Siempre un placer recibirte por aquí. Un abrazo
EliminarA punto he quedado atrapada en la truculencia de relato negro negrísimo.
ResponderEliminarMe ha salvado la solución final.
Escribes exquisito, Pilar.
Abrazos a brazos
Ay Tocayai, me da alegría que te gustara. Por suerte lo leerías con la luz encendida ;). Muuuchas gracias y un abrazo enorme.
EliminarPilar: La fuerza de tus relatos es estremecedora. me congratulo por contar con tu simpatía hacia mi trabajo.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.
Muchas gracias Rubén. Así es, me gusta ver el trabajo que expones en tu blog. Un saldudo afectuoso también
ResponderEliminarBienvenida.
ResponderEliminarAnuar y tu aqui también. Salduos
EliminarMe gusta la forma del relato, es intenso y llevadero.
ResponderEliminarFelicitaciones!
Un beso grande
Muchas gracias por acercarte y por tan gustoso comentario. Besos
EliminarQue buen texto negro. No podemos hacer nada para evitar la genetica
ResponderEliminarUn abrazo
Así es Lapislazuli, como un código de barras se va tatuando de generación en generación. Un abrazo
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