“¡Se lo tengo que decir!” El taconeo de Cristina,
como elemento de percusión, empastaba con el saxo de un músico que tocaba en la
calle a primera hora de la mañana. Le gustaban las improvisadas bandas sonoras
cuando observaba la sombra propia y la de otros objetos plasmando diseños tan
audaces como armoniosos en la piel de asfalto.
“¡Se
lo tengo que decir!”, pero...¿Qué debía comunicar? El recuerdo se había fugado,
aunque el hecho de que las sombras del fondo de las iglesias hubieran salido
despavoridas al enterarse de la noticia, no dejaba duda sobre la gravedad del
asunto.
“¡Se
lo tengo que decir!” Entonces cesó el golpeteo de sus zapatos. Cerró los ojos e imaginó un desierto nevado. Tan bello en su apariencia
externa; tan abrasador al tacto como la situación que descartaba traer al
presente.
Tenía
claro hacia donde se dirigía pero…
“¡Se
lo tengo que decir!” Repitió sin percatarse de que sus manos sudorosas
temblaban buscando la sinceridad en los bolsillos del abrigo.
“¡Se
lo tengo que decir! Por última vez trató
de vislumbrar el motivo de obligarse a trasmitir una situación que le
causaba tanta inquietud. “No merece la pena darle más vueltas”, pensó llevando
su atención a la cadencia del gemido que se desprendía del oscuro pigmento de
unas notas de jazz cada vez más lejanas.
El miedo al desasosiego paralizó la
acción de regresar a dejarle unas monedas, hasta que bloqueó al remordimiento y susurró: “¡Pero, vaya despiste. Este chico toca de
maravilla! Mañana no lo olvidaré…”
Pilar Cárdenes
Ramirez
¡Querida amiga Pilar! Cuánto me alegro de poder leerte después de este tiempo, que me imagino complejo para ti. Me ha sorprendido tanto tu vuelta que yo, que acabo de volver de un viaje de trabajo, me encuentro de golpe con un relato tan apasionante como lo que siempre escribes, tan ensoñador que envuelve al lector en un mundo de fantasía y realidad por entre unas calles estrechas y solitarias. La música, ese sonido triste y solitario de un saxo, hace recordar la obsesión en una pregunta que une con lazos irrompibles a autora y lector.
ResponderEliminarEspero que te encuentres muy bien de salud y que me dejes leerte para aprender un poco de tus apasionantes y excelentes relatos.
Un cariñoso abrazo, querida amiga Pilar.
Bienvenida de nuevo, Pilar. Creí que habías abandonado el blog. La sorpresa ha sido grata para mi. Tus trabajos son excelentes. El de hoy lo bordaste. No es tan sencillo lograr involucrar al lector y conseguir que los personajes cobren vida. Los tuyos la poseen. Te felicito.
ResponderEliminarUn abrazo y bienvenida de nuevo a este mundo virtual de las letras.
Fina
Ha sido sorprendente volverte a leer, ya te echaba de menos Pilar. Me alegro de tu vuelta, y además espectacular.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bueno leerte nuevamente, te lo tengo que decir...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
HD
Por el amor de Diosssssssssssss
ResponderEliminarQue emoción leerte, encontrarte nuevamente en cada una de tus letras, en esos relatos que nos envuelven y nos llevan hasta el mismo lugar donde fueron creados, tus sentimientos.
Y aunque sé que no se me olvidará mañana, te lo tengo que decir:
UN ABRAZOTE APRETADO, SENTIDO Y LARGOOOOOOOOO
Mañana el músico recibirá sus monedas, no tendrás desasosiego que te distraiga porque ya se lo habrás dicho. Tardas en volver pero no pierdes un ápice de tu genialidad. Un abrazo
ResponderEliminarYa sé que te lo han dicho... una, mil... da igual, bienvenida a la blogosfera, hacía mucho tiempo, demasiado... ¡en fin!, lo importante es que ya estás aquí...
ResponderEliminarDe las monedas... mañana volveremos a pasar y le dejaremos alguna extra, para que no pierda su bien hacer...
Pues como todos, he recibido una grata sorpresa por esta vuelta tuya, Pilar. Y como solías hacerlo, lo haces trayendo un bonito relato debajo del brazo.
ResponderEliminarDice el refrán que no hay que dejar para mañana...
Un fuerte abrazo.
LO HAZ EXPRESADO MUY BIEN!!! EXCELENTE TEXTO.
ResponderEliminarUN ABRAZO
Querida Pilar, echaba de menos tus relatos. Me gusta como los tejes y sus desenlaces. Gracias por volver guapa. Besos
ResponderEliminarQue no se despiste más.
ResponderEliminarBienvenida!!!
Besos.
Hola, Pilar.
ResponderEliminarNo olvides decírselo, le encantará escucharlo.
Bienvenida, guapa.
Un beso grandísimo.
Qué bueno volver a leerte!!
ResponderEliminarY como siempre: Un bravo!! por tus escritos!!!
Besosssss
Un placer leerte de nuevo. Un hermoso texto.
ResponderEliminarUn beso.
Pilar qué alegría saberte de vuelta, y ni más ni menos que olvidadiza . Un placer siempre. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenísimo Relato entre esas dudas y temores...ese impas entre los taconeos y esa música nacida en la calle.
ResponderEliminar¡¡¡Gracias por estar siempre ahí!!! Eres un Encanto.
Abrazos y Besines desde Asturies.
Qué sorpresa, Pilar. Una delicia tenerte otra vez por aquí y, ¡a lo grande!
ResponderEliminarMe ha gustado una barbaridad la cascada de imágenes y metáforas que usas para involucrar al lector en la ansiedad de la protagonista.
Ojalá este relato no sea flor de un día…
Un abrazo!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPerdón por eliminar el comentario, fue sin querer, es que esta computadora anda rara. Acá te lo dejo Pilar:
EliminarMe uno a este coro de bienvenida Pilar. Es bueno leerte, de nuevo. No nos dejes.
La imagen del cuento es recurrente en nosotros, esa ansiedad, el querer admitir algo, decirlo, pero detenerse por vergüenza u olvido. Bueno, a mi me pasa lo del personaje, no digo a veces ciertas cosas que sería bueno decirlas.
Abrazos.
Por un clavo se perdió una herradura... ¡Cuantas cosas se pueden perder por lo que parece una nimiedad¡ Tal vez el amor de una vida entera.
ResponderEliminarSalu2.
Cuando he leído lo del taconeo me he acordado de mi vecina que siempre hace ese ruido por eso le he puesto "la tacones" ja ja ja. Un abrazo.
ResponderEliminarSi sabremos de ello, quizás es timidez, o temor al ridículo, no sé, pero dejamos pasar lo bueno, a veces, sin darnos cuenta.
ResponderEliminarAbrazos y gracias.
Me encanta... Me deja pensando que será eso que le evoca y que le trae tanto desasosiego...
ResponderEliminarSeguramente volverá... Y le dejará esas monedas si se atreve a enfrentarse con lo que le tiene que decir...
Muchos besos.
Pasa mucho. Cuando ocurre algo inesperado, como una canción en directo, en la calle, a menudo no sabemos responder a tiempo, aunque lo disfrutemos, como en este relato tan bien manejado.
ResponderEliminarSalud
El mañana puede esperar sobretodo con notas de un jazz
ResponderEliminarUn saludo
Cuando paseo por las calles de la capital lo hago especialmente por deleitarme con la música callejera y te comprendo muy bien porque yo suelo quedarme absorto.
ResponderEliminarBesotes. Pilar.
Muchísimas gracias a quienes tienen la gentileza de comentar. También a quienes lo hicieron durante esta larga ausencia, y a los nuevos seguidores.
ResponderEliminarCuento con muy poco tiempo, pero pasito a pasito voy pasando por vuestros blogs y continuaré con el mío en la medida de mis posibilidades.
Un abrazo enorme!
Se te echaba de menos! Me encanta volver a leerte! Y de paso te agradezco el comentario en mi blog..
ResponderEliminarTu relato,es extrañamente triste...no sé,me deja con esa sensación rara y extraña, pero,que llega al corazón..me gustó muchísimo!
solo basta con decirlo, sin pensarlo una y otra vez, no perdamos el tiempo, sòlo,,,,me encantó tu blog,,,besos
ResponderEliminarMe alegra tu vuelta, Pilar. Volver a leer tus relatos es un placer.
ResponderEliminarUn abrazo entre notas de saxo.
Deliciosamente musical...como para un blues...donde el saxo lleva la dirección. Grato leerte de nuevo. Carlos
ResponderEliminarNo conocía tu blog ni tu trabajo. De no haberte pasado por el mío http://elvahoenlosespejos.blogspot.com.es ,no hubiera tenido el placer de leerte.
ResponderEliminarPor el momento, debido a problemas con blogger, no puedo seguirte yo a ti tampoco ni enlazar tu blog al mío, pero lo he anotado para visitarte cada vez que pueda y disfrutar de tus magníficos relatos.
Me quedo con esas notas de saxo.
Un abrazo.
Pilar yo juraria que había dejado un comentario en está entrada...pase a visitarte para ver que había de nuevo, y me he fijado que no está...
ResponderEliminarbueno pues te decía que me encantan los músicos callejeros, creo que le ponen alma a las calles...siempre me paro a escuchar y a dejar unas monedas...
nos hacen el paseo mas grato...y es de agradecer...
Un abrazo
Gracias por tu comentario en mi blog. Me gustó el relato y la riqueza de sus palabras, con tu permiso seguiré volviendo por aquí.
ResponderEliminarUn abrazo
ResponderEliminarGracias por tu visita y tan amable comentario que me has regalado.
Veo en tu blog la conjunción de texto y foto, aunque yo soy más de foto. Me gusta.
Mañana no lo olvidaré, dice. No lo creo. Andamos siempre con prisas y lo importante siempre se relega.
· Un saludo
· CR · & · LMA ·
Eso de dejar aparcadas cosas sin decir, es como no respirar en el campo abierto de la mejor primavera Un relato lleno de esperanza.
ResponderEliminarUn abraciño,
Rosa María Milleiro
A veces hay cosas que no debemos dejar para después, son prioridad, como en este caso. El chico merece un reconocimiento por su talento.
ResponderEliminarAbrazos.
Gracias al comentario que me has hecho hoy te he conocido, he venido a visitarte y me he quedado por aquí para leerte con más detenimiento porque me ha interesado lo que escribes, espero que no te importe.
ResponderEliminarLas cosas hay que decirlas, por eso el nombre de mi blog.
ResponderEliminarPase por aqui de casualidad, pero me quedo leyendote.
Un gran abrazo, que estes muy bien
Describiste la obsesión que a veces se remueve en los bolsillos, sin atreverse nunca a salir... Quizá mañana se lo diga, quizá mañana se anime a detenerse, aunque sea solo unos segundos y decirle, o devolverle de alguna manera el regalo de la música.
ResponderEliminarGracias por visitar mi planeta, vuelve allí siempre que quieras, porque siempre eres bienvenida :)
Yo volveré por aquí seguro.
Un saludo.
Ojalá la música nos acompañara siempre, en la memoria y en los olvidos. Dicen que si no existiera, el alma la inventaría.
ResponderEliminarUn abrazo
*debí decírtelo
ResponderEliminar¿o es ahora cuando te lo digo?
esos retazos imperecederos, sabor a música, despiste y olvidos ... van trazando el sendero y ahí eso, Pilar, que en un abrazo enorme resumo
Un placer reencontrarte
Pilar: ¡Bienvenida!
ResponderEliminarAbrazos y a seguir compartiendo como siempre.
Alicia
Te doy la bienvenida como seguidora de mi blog, nos leemos.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Bienvenida!. De nuevo.
ResponderEliminarSon tantos los talentos que no son reconocidos, que dan pena.
ResponderEliminarSaludos y gracias por tu comentario.
¡¡¡Gracias por tu Comentario lleno de cariño!!!
ResponderEliminar¡¡¡Gracias por estar siempre ahí!!!
Abrazos y Besines.
Me pareció oir esas notas hermosas de jazz.
ResponderEliminarLindo blog. Mis saludos.