Mi madre era pinche en un restaurant de carretera donde paraba gente de paso; también clientes habituales que transportaban mercancías de lo más variopinto. Cierto día dejó la cocina para sustituir a un camarero enfermo. Y en el comedor se produjo el chispazo de química con un chófer parecido a un artista de cine. Desde entonces, la pasión se reanudaba cada vez que a él le tocaba esa ruta. Fueron tiempos pletóricos, hasta que desapareció de su vida sin un adiós. Pero de aquellos encuentros hubo consecuencias: ¡Yo!
La primera vez que me sintió en su vientre estaba pelando papas. Soltó el cuchillo, miró al cielo tiznado de la cocina y luego contempló el tubérculo que aguantaba en la otra mano. Supo a ciencia cierta que era una señal del Altísimo. Amén, susurró emocionada tras santiguarse… Me bautizó con el nombre de Santidad.
Murió joven…, yo tenía diecinueve años. Los ahorros que guardaba en una lata de galletas no daban para mucho, así que compré diez números iguales de lotería de Navidad. ¡Esta vez el Altísimo sí estuvo de mi parte! No he parado de viajar, aunque de ningún modo iré a Roma. Me causa desasosiego estar tan cerca del Vaticano. El psiquiatra me asegura que las supersticiones acaban por superarse. No debe ser muy buen profesional… Buscaré a otro con consulta online que no utilice cámara, de esa manera no detectará la urticaria de mi cara cuando hablo del asunto.
© Pilar Cárdenes
Brutal, muy bueno, seguro que es ficción, pero qué genial si fuera realidad.
ResponderEliminarPor su Santidad, el fruto de un capricho. Un abrazo
Muchas gracias. A saber si es una cosa o la otra...
EliminarUn abrazo
Santidad no necesita un psiquiatra.
ResponderEliminarNecesita un esparadrapo para su corazón roto desde los diecinueve años.
Besos.
Tú crees?... Desde luego, más barato le saldría.
EliminarBesos
Que buen relato, Pilar.
ResponderEliminarCon las palabras justas, y con buen humor, has contado la historia de una vida de manera muy ingeniosa.
Un fuerte abrazo.
Me alegra tu comentario,
EliminarMuchas gracias, Miguel.
Un abrazote!
Siempre magnifico, siempre genial, leerte es un regalo, no te ha faltado ninguno de los "ingredientes" que se necesitan para cocinar un relato. Abrazos
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
Eliminar¡Qué bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias!
EliminarQue bonito relato Pilar. Me encanta el desarrollo de la historia, y el final, sorprendente y genial como suele ser en tus escritos.
ResponderEliminarUn placer la lectura.
Un cálido abrazo y buen fin de semana.
Tus palabras me sacan los colores, pero no soy de piedra y me encantan.
EliminarMuchas gracias, Elda!
Otro abrazote para ti y feliz semana.
¡Hola Pilar, cuanto tiempo!. Por aquí a dejarte un saludito. Espero que te encuentres bien y sigas escribiendo para publicar otra novela tan estupenda como las que ya tienes.
ResponderEliminarTe dejo un gran abrazo, a pesar de los calores, :)))
Sí, mucho tiempo y me alegra tu visita. Pasando calor que es lo que ahora toca. Me pasan cosas raras con el blog que ya resulta cansino., Entre ellas que no me permite responder sino como anónimo… A ver si se publica… Un abrazo con ventilador ;)
EliminarPilar Cárdenes