Las tres campanadas de la primera madrugada del 2016 sacaron al sudoroso Segismundo del sueño erótico en el que su catre se había convertido en un corazón gigantesco relleno de agua y con cuatro señoritas de diferentes colores jugando al parchís. Confuso, por lo que él pensaba que seguía sucediendo, se relamió el interior de la boca, pero algo no iba bien, el vacío era evidente… Se incorporó al son de la desafinada orquesta de sus huesos, y llegó hasta el baño donde el espejo se ensañó sin piedad; su único diente, centinela en la guarida, se había fugado con el viejo 2015.
© Pilar Cárdenes
Muchas gracias, Pilar.
ResponderEliminarMil besitos, preciosa.
Me ha parecido un cuento precioso lleno de matices, que producen diferentes sensaciones.
ResponderEliminarMe ha encantado esta frase: Se incorporó al son de la desafinada orquesta de sus huesos.
Y me ha resultado muy original y a la vez tierno, en definitiva, me ha encantado de verdad.
Un placer haberme caído por aquí.
Te deseo fELIZ NAVIDAD con un abrazo.
Gracias por el enlace y por tus deseos. Abrazos, Pilar
ResponderEliminarLa belleza de un texto, a pesar del diente que se va con el año. Algo dejamos cada año. Mi abrazo cálido para este calor navideño. Carlos
ResponderEliminarAh qué precioso tu micro Pilar! Es tan visual,que la figura de Segismundo y sus sueños eróticos en contraposición con su realidad gris, es estremecedora realmente!
ResponderEliminarPara tener sólo uno... mejor ninguno.
ResponderEliminarEnhorabuena por ese parto.
Eres una genia.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Felices fiestas.
Besos.